
¿Por qué enseñamos la técnica y no la vida?
¿Por qué olvidamos sentir al escolarizarnos?
¿Por qué estudiamos matemáticas y no poesía?
¿Por qué memorizar los datos y no criticarlos?
¿Por qué contenidos y objetivos, por qué no sentimientos?
¿Por qué ante la duda respuestas y no experiencia?
¿Por qué desnudar al corazón y vestirlo de conocimientos?
¿Por qué no sustituimos por juego letras y ciencias?
¿Por qué llenar la mochila del estudiante con viejos refranes?
¿Por qué no que desarrolle su imaginación, que cambie el mundo?
¿Por qué enseñar el verbo ayudar y no la acción si es más rentable?
¿Por qué no evitarle perder el lugar que ocupa el saber absurdo?
¿Por qué empeñarse en que sea buen alumno y no buena persona?
¿Por qué llamarlo carrera universitaria si debiera ser un bello paseo?
¿Por qué no luchar porque siga la magia, porque aún brille la aurora?
¿Por qué no soñar y buscar nuestra propia utopía, futuros maestros?
Dedicada a Angélica Morales, junto a dos besos por mejilla. Gracias por ser una gran maestra literaria.