jueves, 3 de octubre de 2013

La Bête humaine

Tras los muros de mi cruel perdición,
Hallé, ennegrecida, cada gota carmesí,
Púrpuras las huellas dejadas con razón,
Deslucidos los desgarros, viles, tras de mí.

Imprudente descendí de la bestia al hogar.
Por azar o por fortuna acudí a su encuentro,
Donde las llamas danzan osando desafiar
de Dios, oculto tras arcángeles, el rostro.

Donde la señal de la cruz es vano refugio,
Para necios soñadores cazadores de quimeras.
Donde los muertos olvidados elevan su efugio,
Invocando del demonio las palabras verdaderas.

Allí vio mi vida, desgraciada, su final alcanzar,
Para encontrar, blasfemos, los besos profanados.
Cuando al correr la sangre de mi a escapar,
Renací, negro ángel, de los versos embrujados.


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